Le ocurrió no hace demasiado tiempo a un chico que salió de viaje por trabajo y olvidó informar a su novia. Ella le llamó un par de veces para quedar y su móvil no daba señal, le envió al menos unos diez mensajes que no contestó y, finalmente, le escribió un email preguntándole si había ocurrido algo que él, ya lo habréis adivinado, no respondió.
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Volvió a intentarlo durante unos días y la intensidad de sus correos, mensajes de texto y buzones de voz iba 'in crescendo', hasta que acabó por enviarle el siguiente correo: “Me he acostado con un tío de mi oficina y hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.
Que te den, hemos roto”. Al tiempo la chica revisó su Facebook y descubrió que el hombre al que había amado y luego aborrecido y traicionado por despecho había estado de viaje y corrió a enviarle nuevos correos suplicándole que no leyera los anteriores, pero ya era tarde.
Todo sucedió en menos de una semana e inevitablemente fue él quien rompió. Y es que, por mucho que se empeñen en decir que hombres y mujeres tenemos formas diferentes de encarar una situación, sobre todo cuando están en juego sentimientos, quien más y quien menos, independientemente de su genero (bueno, si es escaso mucho más), se ha desesperado cuando el objeto de su deseo tarda en contestar un mensaje, ya sea él o ella.
Pero ¡¿por qué no responden?! ¡¿Qué maldito problema tienen?! Dadme unos segundos para calmar a mi 'doppelgänger' histérica y pasamos lista a los errores más frecuentes que cometemos los impacientes y que nos hace parecer unos lunáticos, aunque, al fin y al cabo, todos lo seamos un poco.
1. Es evidente por qué no me llama
Le gustaba aquel hombre, habían salido a cenar un par de veces y finalmente sucedió lo esperado y pasaron la noche juntos. Transcurrieron un par de días y ella decidió enviarle un mensaje de texto para saludarle, es decir, confirmar que no se había olvidado de ella y que iban a volver a verse, pero no contestó.
“¡Ojalá te mueras!”, estalló violentamente, porque siempre era la misma historia, había clavado su bandera en la cima y ya podía darse por satisfecho. Irónicamente resultó que el hombre había fallecido hacía un par de días y aquella era la razón de tanto silencio.
Increíble y siniestro, pero cierto… Anticiparse al rechazo es uno de los mayores errores que cometemos y particularmente las mujeres, que siempre han ido y vuelto cuando ellos todavía están de camino.
2. Probando, 1, 2, 3, probando
¿Vendes enciclopedias o tratas de conquistar a alguien? Hombres y mujeres tienen ritmos distintos; solo debes fijarte en el tiempo que tardan en contestar cuando les haces una pregunta que implique sentimientos.
Lo que nunca debería hacer alguien que pretenda interesar a otra persona, ya sea hombre o mujer, es enviar los clásicos mensajes que los ingleses llaman de 'follow up', del tipo: “¿Me has leído? ¿Hola? Contesta cuando puedas, ¿vale? Debes estar muy ocupado, ¿no? Si has leído mi mensaje hazme una perdida…
” Las cadenas son “cadenas”, aunque lo sean de texto… Y si tras el tercer “perdona que insista...” no han pasado más que unas cuantas horas es mejor que te pilles los dedos con la puerta porque él o ella te la va a cerrar en las narices.
3. Reenviar no es una opción
Mucho peor que la técnica del seguimiento periódico está la de enviar el mismo mensaje una y otra vez hasta que recibas respuesta. ¿A quién pretendes torturar? ¿A quién pretendes torturar? ¿A quién pretendes torturar? ¿A quién pretendes torturar? ¿A quién pretendes torturar? (Terrible, ¿verdad?)
4. ¿Me está poniendo a prueba?
Todos hemos sido así de retorcidos alguna vez y hemos pensado que alguien no nos devuelve las llamadas o contesta a nuestros mensajes solo después de horas de haber sido enviado porque quiere ver cómo reaccionamos. Honestamente, no es lo común, la mayoría de personas no actúa como una agente de la CIA cuando nos interesa alguien, pero si ya has sido víctima de los dos supuestos anteriores no sería nada extraño.
5. Hice algo mal, ¿pero el qué?
Vivimos en una sociedad terriblemente culpabilizadora tanto por razones históricas como religiosas. Sentirse culpable, incluso sin motivo, es frecuente y nace de una falta de autoconfianza y un deseo de sentirse querido. Podría ser que la hubieses fastidiado; de hecho, es más que probable, pero, ¿y qué? Ya te lo hará saber y tendrás entonces tu oportunidad para disculparte. Recuerda que si pides perdón sin motivo acabarás haciéndolo siempre.
6. El lanzamiento de móvil, deporte nacional
Frank Kobola señala en un artículo publicado en 'Cosmopolitan' que los hombres tienen una habilidad innata para tirar el móvil contra una esquina y no pensar durante horas que ella no les ha escrito. ¿Y las mujeres? No somos tan diferentes como nos quieren hacer creer, el lanzamiento de móvil no es deporte exclusivo de hombres, pero a ninguno le servirá de mucho, a no ser que la compañía telefónica les vaya a obsequiar con otro mejor.
7. ¡Soy un monstruo, por eso me ha rechazado!
'And the Oscar goes to....' Este es modo de culpabilidad y autodestrucción nivel avanzado y una forma de pensamiento tan peligrosa y victimista que quien quiera que esté acostumbrado a razonar de esta forma debería pedir ayuda y dejar de autocompadecerse. El primer y mayor rechazo es el que uno se muestra así mismo.
8. Pues si no me llama, yo tampoco
Es una de las razones más frecuentes por las que falla una relación de pareja que está empezando, el creer que los dos deben dar lo mismo y de la misma forma, cuando cada persona es un mundo, aunque si ambos están en galaxias distantes, tal vez no seáis compatibles. Solo uno mismo sabe si le compensa dedicarle atención a alguien que no responde como él o ella necesita, pero la regla del “pues ahora me enfado y no respiro” no le funciona ni a los niños.
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