Si te tomas un par de tragos durante la cena, puede que sientas que debes ordenar café con el postre. Lo que pretendes: que se te baje un poco la borrachera y reanimarte.
Sin embargo, no es la decisión más inteligente, asegura Robert Swift, director asociado del Centro de Estudios sobre el Alcohol y Adicciones de la Universidad de Brown. La cafeína puede engañar a tu cerebro. Hacerlo pensar que estás menos ebrio de lo que realmente estás, indica.
Este es el porqué: en cuanto empiezas a beber, el alcohol le ordena a tu cerebro que aumente la producción de dopamina (la hormona de la felicidad). Al mismo tiempo, la dopamina activa la producción de un químico llamado Adenosín monofosfato cíclico.
El adenosín monofosfato cíclico activa tu cerebro. Te hace sentir más feliz, más platicador y con más energía. Para asegurarse que tu cerebro no se force durante este tiempo, tu cuerpo mantiene los químicos bajo control utilizando encimas especiales.
Pero, una vez que te detienes, las propiedades sedantes del alcohol comienzan a hacer efecto. El alcohol provoca la liberación de otros neurotransmisores que comienzan a desacelerar todos tus procesos cerebrales. Comenzarás a sentirte cansado y confundido, y tu tiempo de reacción se alenta, explica Swift.
Pero, cuando agregas una taza de café a la mezcla, la cafeína bloquea las encimas especiales que controlan el ciclo energético del adenosín monofostato cíclico. Esto refuerza el efecto que te hace sentir bien del alcohol y apaga el efecto sedante.
Así que, aún cuando el alcohol continúa haciendo tu cerebro cada vez más lento, tú sigues sintiéndote con más energía y no tan ebrio. Esto te puede llevar a ordenar otra ronda o incluso a manejar.
Esto es un problema debido a que la cafeína oculta el efecto sedante del alcohol, pero no reduce la cantidad del mismo en tu sangre, agrega Swift. Sigues estando borracho.
Esto no es todo, la combinación alcohol-café también se mete contigo en la cama y no en el buen sentido. Unas horas después de que dejas de beber, el alcohol provoca un rebote de energía en tu cerebro, lo que puede provocar que te despiertes a la mitad de la noche.
Y debido a que la cafeína se queda más tiempo en tu cuerpo (unas seis horas), sus efectos estimulantes harán muy difícil que te vuelvas a dormir. Además, en la mañana te despertarás muy cansado y más crudo que nunca, ya que la cafeína al igual que el alcohol, te deshidratan.
La mejor estrategia es mantener los tragos y el café alejados. Sin embargo, si necesitas terminar tu cena con un café, que sea descafeinado.
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