Las imágenes del vídeo permitían apreciar cómo miles de personas se arremolinaban en el área de Pashupatinath para cremar los cadáveres. Los gritos y sollozos de los deudos se entremezclaban con los cánticos rituales. Durante siglos Pashupatinath -el equivalente en Nepal a lo que sería la sagrada Varanasi en la India- ha sido escenario de las cremaciones de los devotos del hinduismo.
El complejo, que integra más de medio millar de recintos religiosos y monumentos -incluido el propio templo de Pashupatinath-, considerado Patrimonio de la Humanidad desde 1979, sobrevivió al temblor con cierta prestancia. Un enorme contraste con la devastación que arrasó por ejemplo la famosa plaza de Durbar, en Katmandú, donde el 80% de monumentos quedaron reducidos a escombros.
Los medios nepalíes aseguran que mucha gente atribuye este hecho a la «protección divina» de Pashupati (Shiva en la nomenclatura hindú).
Sin embargo, la multiplicación de las fumarolas a lo largo del río Bagmati era una constatación de la enorme tragedia a la que se enfrenta esta pequeña y pobre nación de 27,8 millones de habitantes. La radio afirmó que los cuerpos se acumulaban en los depósitos del edificio religioso dedicado a Shiva en Pashupati ante la carestía de madera para las piras funerarias. «¡Baba Pashupati Nath Ki Jay! (¡Dios perdónanos!)», rezaban los devotos intentando acogerse a la fe ante el cataclismo sufrido. Nepal continuaba ayer bajo la conmoción del terremoto que azotó el país el sábado y que ayer generó una réplica que alcanzó los 6,7 grados en la escala Richter. «Se trata de una carrera contra el tiempo para rescatar a los que están atrapados entre los escombros, ayudar a los heridos y apoyar a los supervivientes», señaló Peter Walton, un alto cargo de la Cruz Roja Internacional
«Las operaciones de rescate continúan, pero la lluvia está obstaculizando los esfuerzos, hay miles de personas durmiendo en la calle», contaba a este diario Mark South, portavoz de Cruz Roja en Katmandú. La población ha establecido campos de refugiados improvisados al raso en Katmandú, repleta de tiendas de campaña o camas alineadas sobre el asfalto. La ayuda se necesita de manera urgente y las ONGs trabajan a contrarreloj.
«Cruz Roja está distribuyendo ayuda -primeros auxilios, equipos de búsqueda y asistencia a la población-, pero estamos hablando de muchos miles de personas, y los suministros se están acabando muy rápido», explicaba South. Lo más urgente «es lograr equipos médicos, comida, agua y refugios de emergencia». Los hospitales en la capital «están funcionando, pero al límite».
Las autoridades han declarado el estado de emergencia en varias regiones del país, donde hospitales y morgues se encuentras saturados ante la avalancha de víctimas. «Entre los muertos hay muchos niños. Estamos sobrepasados por el número de pacientes», admitió el doctor Pratab Narayan a la Dpa.
La cifra de víctimas sigue en aumento y ya supera los 3.600 muertos y más de 6.000 heridos, sólo en Nepal. El seísmo afectó a países del entorno como India, Bangladesh o China, donde también dejó un balance de varias decenas de víctimas mortales. Estas cifras podrían incrementarse de forma significativa porque se desconoce el daño que ocasionó el terremoto en varias regiones nepalíes.
Los portavoces del Gobierno reconocen que tampoco disponen de una evaluación aproximada de los daños que puede haber ocasionado el suceso en su epicentro, la región de Gorkha, a unos 80 kilómetros al noroeste de Katmandú. El movimiento telúrico ha destruido las carreteras que llevan hacia esta zona y los equipos de rescate están avanzando a pie o usando los pocos helicópteros disponibles.
La ONG World Vision ha alertado de que en Gorkha las aldeas están «literalmente encaramadas en las laderas de las montañas. Son simples construcciones de piedras y rocas. Muchas sólo son accesibles en todoterreno o a pie. Hay aldeas cuyos habitantes tienen que andar horas y hasta días para llegar a las carreteras principales».
Al mismo tiempo, miles de personas intentaban abandonar el país congregándose en torno al aeropuerto capitalino -clausurado por segunda vez durante algunas horas a consecuencia de las réplicas- formando colas interminables.
Las mismas aglomeraciones se generaron en torno a las gasolineras, un elemento básico no sólo para el transporte sino para abastecer los generadores que constituyen la principal fuente de electricidad de un país donde los cortes de corriente eran ya una norma en tiempos de bonanza. «Hemos pedido ayuda y apoyo a nuestros amigos extranjeros. Afrontamos estos tiempos oscuros, pero saldremos de ellos, cueste lo que cueste», señaló el premier nepalí Sushil Koirala. La UE anunció que destinará tres millones de euros para asistencia de urgencia.
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